Comentario
La romanidad había dejado una importante herencia arquitectónica en Inglaterra, pero pronto el arte de construir edificios pétreos se fue perdiendo. De tal manera se desconocía el arte de la construcción, que se consideraba que los restos romanos eran obra de seres sobrenaturales. Un texto de Beda (673-735) nos habla del asombro de los ingleses del Norte, cuando hacia el año 670, Benito Biscop (628-690) introdujo entre ellos los primeros albañiles y vidrieros. El mismo texto nos informa que no encontró en las islas mano de obra capaz y tuvo que importarla de la Galias:"Benito, atravesado el Océano, llegó a las Galias donde buscó, encontró y se llevó albañiles para que le construyeran una iglesia de piedra según la forma de los romanos, que siempre le había gustado... en el transcurso de un año, desde que se abrieron los cimientos desconocidos por los britanos, para cerrar con celosías las ventanas de la iglesia, del pórtico y de las partes altas... De esta manera no sólo vinieron a cumplir con el encargo, sino que además hicieron así que el pueblo de los anglos conociera y aprendiera este arte...".La enseñanza no debió ser profunda ni los aprendices perseverarían en el poco oficio que habían aprendido. Los primeros edificios de piedra que conocemos corresponden al siglo siguiente y muestran un arte de la construcción tan carente de técnica que parecen obra de inexpertos. Sobre la tipología de estas construcciones nada hay novedoso con referencia a la arquitectura más simple del Continente. Aunque son obras muy transformadas aún durante la plena Alta Edad Media, lo que hace más difícil la separación de etapas constructivas, podemos apreciar que se trataba de pequeños oratorios de una nave y un ábside rectangular. De la eclesiola, dedicada a San Lorenzo en Bradfort-on-Avon por Adhelm, obispo de Sherbone, muerto en el 709, sabemos que fue realizada con materiales reaprovechados. Las partes altas con su articulación paramental y la aplicación de escultura corresponden a fines de la décima centuria. Con materiales romanos reaprovechados de un campamento próximo se construyó San Juan de Escomb. En el arco triunfal de este templo nos encontramos con un sistema de aparejar sillares muy característico, disponiéndolo vertical y horizontal alternadamente, que terminará recibiendo como denominación el nombre de este lugar.La obra más ambiciosa de este período es el templo de Todos los Santos de Brisworth, que en origen adoptaba una forma basilical con un ábside recto y un pórtico torreado. Ha perdido las naves colaterales, pero la arqueología ha constatado su existencia. La referencia más antigua corresponde al 675, aunque la datación de las partes más antiguas de lo conservado habría que situarla en el 700. La excepcionalidad de su planta ha hecho pensar que habría sido proyectada por un artista extranjero, posiblemente originario de Italia, mientras que su materialización ruda e inexperta sería obra de artesanos locales.La mayoría de los templos se construiría en madera. El mismo Beda nos refiere la existencia de construcciones de este tipo en el siglo VII: la iglesia de Lindisfarne era de "troncos hendidos", tal como son las "stavkirker", o iglesias de madera en Noruega. Los yacimientos arqueológicos nos suministran abundante información sobre los hoyos de los troncos o de las estructuras pétreas que fueron utilizadas como basamento de los mismos. De manera sorprendente se ha conservado la nave de una de estas iglesias leñosas, San Andrés de Greensted-Just-Ongar. La nave se componía de veintinueve postes en el muro septentrional, y veintitrés en el meridional; torre de madera y ábside son obra moderna. Los postes estaban serrados por la mitad, colocándose la parte recta para el interior. Hasta el siglo XIX los troncos se clavaban directamente en el suelo, entonces se construyó el actual zócalo de ladrillos. Aunque su cronología ha sido muy discutida, existe una cierta unanimidad en situarla entre la novena y la undécima centurias.Los edificios antes citados y esta tradicional forma de construir configuraron un característico arquetipo de templo que ha sido considerado como sajón, aunque realmente deberíamos de clasificarlo como "saxon-norman overlap". En un principio se componía de una nave rectangular que comunicaba con un presbisterio de testero recto. A veces esta simple estructura se ampliaba con un tercer espacio, generalmente una torre. La combinación torre, nave y presbisterio era susceptible de múltiples variaciones. En algunas ocasiones recibía la adjudicación de unos edículos cuadriláteros en los laterales cuya funcionalidad resulta problemática, tal como se aprecia en la planta de Santa Maria del Castillo, en Dover. Edificios que conservan partes de una cierta calidad en el tratamiento de los muros y sobre todo en el arco triunfal son la iglesia de Todos los Santos de Witering y la de la Trinidad de Bosham.Serán las torres de estos templos, las partes mejor conservadas y, seguramente, uno de sus elementos más característicos. La de Earis Barton, de cronología discutida, posiblemente del XI, estaba en la parte occidental del templo. Es de proporciones moderadas, veinte metros de altura por ocho de anchura. Con sus esquinas articuladas con una cantería de alternancia (long and short work) y la geométrica disposición de las lesenas nos recuerda a una arquitectura realizada con madera. La Torre de Sompting es más esbelta, un veinticinco por cinco; sin embargo, la mediocridad de su mampostería de sílex, característica en la construcción local, como la supresión de muchos de los resaltes de los paramentos, la convierten en una pobre copia de la rica decoración sajona. Junto a estas torres de base cuadrangular existen numerosas de sección circular. Esta forma surge en contacto con la arquitectura irlandesa; su máxima difusión por las islas se debe ya a los normandos.La estrecha relación de los monasterios ingleses con los del continente contribuirá, aunque sea tardíamente, en la introducción de algunos elementos arquitectónicos de las iglesias monásticas carolingias y otonianas. La disposición occidental de ciertas torres, conteniendo tribunas con altares o palcos principales, se considera influencia del "westwerk" continental. La doble torre en fachada aparecerá, ya tardíamente, con las primeras manifestaciones del románico, tal como podemos apreciar en reconstrucciones de carácter arqueológico, como la de la abadía de Westminster (1050-1066), que ya antes había sido ampliada con una cabecera del tipo de Cluny II. Criptas como las de Repton, hacia el año 1000, o la descubierta en las excavaciones de San Agustín de Canterbury, se explican por el conocimiento de iguales espacios en las iglesias monásticas continentales.En la época de Alfredo, el arte de la fabricación de códices conocerá un importante renacimiento. Los escritorios monásticos de estos momentos no realizan grandes ilustraciones, se limitan a detalles ornamentales. Iniciales, decoradas con lacerías y cabezas de cuadrúpedos y pájaros que se atacan, denuncian un origen en la tradición insular. En cierto modo, este tipo de letra inicial, que los iluminadores habían recuperado de una tradición casi extinguida, se convertirá en una constante caracteriológica de la miniatura inglesa hasta influir decisivamente en las formas románicas.